Roxana Amed - Introducción


Empecé escribiendo una introducción para mi nuevo disco y aparecí gritando en el Laberinto, ahorcando al Minotauro y Ariadna mirándome desorbitada porque no sabía si el hilo era para eso. Quería deslizar una reflexión, colorida por alguna retrospección, conmovida por alguna confidencia, y estuve dos días poseída rugiendo y aullando transfigurada en, por lo menos, 12 monos.

La cadena evolutiva de los pensamientos recorrió cada vertebra de mis ideas y empecé un recorrrido que se resuelve en la inquietud, en el zigzag, en el oscilante reloj del mago o del observador humano.

Quería hablar de las diferencias, de lo diferente, un poco de mi música, de mí.

Recuerdo que siempre -¿”siempre” es el recurso mas fácil para no citar horas, inviernos, casas, escritorios, noches, sueños…?- desde mis primeros estudios, lecturas, canciones, dibujos, las modestas manifestaciones de mí misma, supe que había que establecer un equilibrio en el griterío de opiniones, un balance-o que no atentara contra el momento mágico del entusiasmo creativo, el inicio, el segundo inocente del descubrimiento.

Y siempre creí que en lo diferente, por esquivo que fuera, estaba la puerta maravillosa -y hago uso de las resonancias que esta palabra tiene desde Alicia y su psicodelia- a lo impredecible, a lo revolucionario, a lo original y sobre todo a un primer espejo del autor.

Sigo creyéndolo, pero el chirrido de las bisagras se volvió aterrador y despejó un escenario de sombras y sangres y monstruos de luna llena.

Como en otros hechizos, decir la palabra: “-Diferente.” ya era empañarla de un vaho pretencioso.

Las transmutaciones empezaron cuando quise encontrar descripciones sanas, discursos limpios, pero, ¿cómo recuperar esos ecos de la palabra cuando es el argumento con el que se vende lo monstruoso, lo malhecho, lo enfermo, lo absurdo, lo oportunista, lo moderno?

Me aturdió un badajo fatalista que iba de la alucinación de un mutante a la canción de cuna de un húngaro intoxicado con agua radioactiva.

Y cada vez más difícil ser justa con las palabras -justa conmigo dueña de las palabras, y cada vez más lejos de la espontaneidad de la bienvenida a la música nueva. Así que seguí escribiendo buscando el equilibrio desde el vaivén, de mono en mono -alguno de los cuales, afortunadamente, escribía algo.

Pero si encontrar lo diferente era quedarse colgado arañando el Péndulo Veraz!, la pregunta terrible es ¿quién lo hace balancear?

¿El Fundamentalista dirigiendo el péndulo entre el Conservador y el Entusiasta?

Una porquería.

¿O es El-Que-Paga?

¿O es el Director-De-Marketing?

¿O es la Mina-Que-Se-Consiguió-El-Sillón-Indicado-Para-Sentarse?

¿O es la Revelación-que-toca-el-ukelele-a-los-dos-años-en-Islandia-y-va-a-vender- ochocientos-billones-de-discos?

¿O el Artista! Consagrado-por-whoever-the-fuck-knows-&-cares?

¿O el Impune Anónimo?

¿O El Que Mejor Escribe?

¿Quién se trepa al púlpito o al pasquín para dictar ESTO ES DIFERENTE?

¿¿¿…???

¿Y si no hay culpables? ¿Y si somos todos unos infelices confundidos?

La entusiasta chica de Ramos quería encontrar una aproximación a ese valor perdido y había empezado este disco nuevo pensando en las diferentes sonoridades, géneros, geografías, lenguajes, padres, cuerpos, llantos, muertos, asesinos, artistas, diferentes historias que describir, diferentes crónicas de diferentes perspectivas. Yo salía del Limbo -algún tipo de Lady Lázaro- y todo lo que no era yo era diferente y motivo de cronista, pero el rescate del concepto se volvió desesperante, ahogado en pretenciones, psicoanálisis berretas, escuelas nórdicas, peluqueros neoyorkinos.

El Fundamentalista vestido de madre, de peluquera, de maestro, de músico, de discográfica, de culo-más-grande-del-mes o de autor fantasma del blog del día, de borracho iluminado, de complaciente soberbio y cagón, del vencido envenenado, o de mí misma está listo para lanzar sus bombas irreversibles y a morir y matar en el intento.

Y detrás de las capas flameantes, corretea el Oportunista, el flojo, el hipócrita que usa el cuerpo del otro -el Inspirado, el Elegido, el Fundamentalista distraído- para atajar las balas, el copycat, que no califica ni para el asesino original.

Una verdadera jungla de estupidez mortal.

Un desperdicio, un sacrificio.

Triste, sobre todo.

Y muy difícil de escribir.

No es un secreto que existe la Confabulación que trabaja incansablemente para que cualquier sesgo de originalidad se diluya en el tazón gigantesco de la complacencia -que en algún momento empezó con la cerámica de ácidos de algún audaz entusiasta hasta que le burocratizaron las reglas y entonces pudieron coronar al Expresivo Irresponsable, al Hippie Intoxicado de música vencida.

Y bueno. Habrá que dejarlos que se defiendan solos.

Me cuesta la respuesta sana a la pregunta ¿para qué desempeñamos estos roles? ¿protegerse un rato en cada traje cuando el tiempo envejece, cuando la verdad de nuestra original identidad diferente no necesita del conciliábulo de opiniones? ¿Cuando solo hay que ponerse a trabajar y tratar de que salga lo mejor posible? -escribe el mono que quedó despierto.

Y desde ese umbral, desde el entremundo como ética y poética, creí que ser diferente es un trabajo microscópico de contrucciones leves, hechas desde revelaciones breves, sé que lo diferente no es lo experimental caótico, porque lo verdaderamente experimental también tiene protocolos y citas de reglas y claves, sé que la diferencia está en la profunda semilla de nuestra identidad, en medio de nuestra selva más salvaje y hay que entrar desnudo entre esos pétalos, y volver con la certeza de la fidelidad a nosotros, exploradores confundidos, y al otro que espera nuestro regreso.

Y lo sigo creyendo mientras escribo y releo.

Y el hipnótico balanceo de una idea nueva sigue deteniendo el aire para mí.

Todos los días me digo que no tengo que tomar de rehén a la música o a la poesía o a los oídos de nadie para ser diferente.

Pero pido disculpas si fracaso en el intento, ya les dije que puedo ser una infeliz confundida yo también cada tanto.

Pero esto sí lo sé.

No voy a perder mis últimos días mandando a la mierda en lenguas experimentales a los que atentaron contra mi libertad.

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